
1814-1816

Después de retirar de la venta a los Caprichos y de mantener inéditos los Desastres de la guerra, Goya trabaja en la Tauromaquia, un tema bastante popular en la España del momento y, de entrada, políticamente anodino, lo que también le ahorra problemas con el poder y la Iglesia.
Lejos de las coloridas escenas de las tauromaquias que triunfan en la época, el artista se detiene en la historia del toreo y pone el acento en el carácter trágico de las corridas. La muerte y la violencia están presentes en todas las estampas, y los claroscuros remarcan el drama y la tensión. Las escenas se centran en la lucha entre los animales y los hombres, eludiendo el ambiente de la plaza que poco o nada se puede entrever en algunas láminas.
La serie se pone a la venta en 1816 y resulta, para sorpresa del propio autor, un fracaso comercial, a diferencia del éxito que acostumbran a tener sus pinturas.
«De la tauromaquia de Goya brota una fiesta de los toros confusa, como inventada por el autor, con rasgos caprichosos del creador de los Caprichos. Lo más bello que tiene precisamente esta tauromaquia de Goya es el sentido fantasmal, mezclado de formas quebradas y de hechos insólitos»
Ramón Gómez de la Serna, Goya, 1958