Desde la segunda mitad del siglo XVII la ciudad se convirtió en una plaza fuerte estratégica, sobre todo a raíz de las periódicas guerras con Francia. En este contexto cabe destacar la acción del grupo de mujeres formadas en batallones militares, que, bajo el nombre de Compañía de santa Bárbara, cuidaron de la ciudad asediada por el ejército francés en 1809. De ellas sabemos sus nombres y conocemos algunos trozos de vida, y la basílica de Sant Fèlix custodia un monumento funerario levantado en su honor. Ramon Martí Alsina las mostró en su obra magna sobre Girona, "El gran día de Girona", de la que se conserva un esbozo previo en el Museo de Historia. En medio del cuadro, se ven las Bárbaras de Girona, distinguibles gracias a su pañuelo rojo anudado en el brazo.