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Las cosas que fueron Exposición temporal

Ciencia para la vida

Rosa M. Gil Tort

Valientes y animadas a cruzar una frontera como chicas, estudiando y sobresaliendo en un mundo de hombres

En estas láminas de colores, como si el cristal guardara un depósito de memoria, vemos al niño y la niña aventajados, la aplicación en el estudio, la pulcritud en los deberes entregados. El viscosímetro de Engler, destinado a medir la viscosidad de un líquido, nos traslada a la realidad pretérita que lo acogió, a aquellos gabinetes, a aquellos experimentos en grupo con la nariz pegada al aparato y a los ojos como platos para ver más allá del pequeño mundo conocido de cada uno. La caja de madera tiene cincuenta compartimentos para guardar los sellos de goma con el nombre de las asignaturas que se impartían en el instituto el siglo pasado. Cincuenta nombres de cincuenta mundos. El bombo con las bolas para el sorteo de los temas del examen de reválida nos transporta al imponente escenario donde se desarrollaba la prueba, a la solemnidad del tribunal, a la explicitud de la disyuntiva que afligía al alumnado, a una verdadera ceremonia de paso que la cultura occidental había diseñado como entrada al serio mundo de los adultos. Los frascos guardaban una representación de las sustancias puras y mezcladas a partir de los 118 elementos químicos catalogados. Utensilios de laboratorio, de todas las formas y colores que, como cacharros de cocina de juguete para los bachilleres, marcaban la línea entre una infancia recién abandonada y una vida adulta todavía en el horizonte de la incertidumbre.

Todos los elementos de este ámbito proceden del Instituto de Enseñanza Media de Girona, que entre 1869 y 1968 estuvo ubicado en el edificio que actualmente alberga el Museo de Historia. La colección está formada por enseres usados en las aulas y en los laboratorios y se conserva entre el Museo y el actual Instituto Jaume Vicens Vives, que en 1969 tomó el relevo del antiguo instituto.