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Las cosas que fueron Exposición temporal

La casa. La vida. Els nombres

Sílvia Planas Marcé

Ellas actúan y todo sale adelante: las cosas; los hogares; el mundo

Elionor, una de las hijas del antiguo linaje de los Sarriera, se casó a finales del siglo XV con Arnau Benet de Cartellà y con ellos se unieron fortunas, nombres y herencias. Se instaló en la casona del esposo y, con la voluntad de reivindicar identidad y origen, dispuso que se colocaran azulejos con el emblema heráldico de los Sarriera en las estancias más nobles de la casa señorial. En la vida diaria de aquella familia, vajillas lujosas y objetos delicados lucían en mesas bien puestas y cocinas bien abastecidas. Al otro lado de la calle, en el call o judería, doscientos años antes, alguien, posiblemente una mujer, enterró una gran jarra de cerámica verde, llena de tierra y pequeños huesos, en los cimientos de una casa de aquel barrio judío antiguo y poblado de gente sabia. Dos casas que fueron hogar de tantas generaciones gerundenses se habían abierto a ambos lados de aquella calle que albergaba mil vidas y que abarcaba todo un mundo: el de la Girona medieval, rebosante de belleza y repleta de contradicciones.

En los años ochenta del siglo XX, en las obras de reforma del edificio que debía acoger el Museo de Historia de la Ciudad, se encontraron restos de vajillas y de cerámica y unos azulejos decorados con el escudo de la familia Sarriera. La interpretación de por qué se encontraban aquí llegó al documentarse la presencia de Elionor, hija de la familia Sarriera y esposa de Arnau Benet de Cartellà, en la casa solariega de la calle de la Força a finales del siglo XV. En el año 2013, durante las excavaciones en una casa de la judería, apareció una gran jarra de cerámica verde llena de tierra, huesos y, quizás, cenizas, uno de los objetos más interesantes de la colección del Museo de Historia de los Judíos.