Artistas en el exilio
La instrumentalización que de las Bienales y otros certámenes internacionales hizo el franquismo como operación de imagen, va a generar la oposición de diversos sectores artísticos, tanto dentro del país como, fundamentalmente, en el exterior, en los círculos de creadores exiliados en Francia, México y otros países sudamericanos.
Este movimiento de disidencia dará lugar a las llamadas contrabienales o antibienales, como la impulsada por Picasso en París (1951), la de Caracas (1951) o la promovida por Rivera, Siqueiros y Tamayo en México (1952).
Con el paso del tiempo, y a medida que el régimen se va debilitando, algunos de estos artistas exiliados se irán reincorporando a la escena artística autóctona. Un sentimiento de nostalgia y de reivindicación de la cultura española, monopolizada y manipulada por el franquismo, invade la obra de muchos de ellos, como es el caso de Ramón Gaya, Esteban Francés o Antoni Clavé, la cual rinde homenaje a los grandes maestros hispanos, de Velázquez a Picasso.