Manuel Forcano Aparici
“Girona era un estante, una biblioteca, una escuela, un lugar de estudio, un debate”
Talmud es una palabra hebrea que significa «estudio», «aprendizaje», pero también es el nombre del antiguo compendio de discusiones rabínicas en torno a la ley religiosa judía. Se trata de una obra colectiva, una selección de voces y opiniones de más de dos mil rabinos de diferentes épocas que dialogan, debaten, discuten y analizan de forma metódica y lógica cada palabra, cada término, cada versículo de la Ley. Sede de una de las comunidades judías más importantes del país durante la Edad Media, Girona destacó por sus rabinos, por sus maestros y por su academia talmúdica. La ciudad cristiana también representó una esperanza: en el año 1078 su catedral recibió la copia más bella y completa del Comentario al Apocalipsis del Beato de Liébana, un texto que en aquellos siglos de oscuridad y miedo se convirtió en un símbolo y en toda un arma teológica. Finalizado en el año 975, el Beato es obra del escriba y presbítero Senior y de dos ilustradores: «Ende, pintora y sierva de Dios» y «Emeterio, monje y presbítero».
En el siglo XIV, los pensamientos de los sabios de la judería se recopilaron en una serie de comentarios en el Talmud, como este fragmento conservado en el Archivo Municipal. En 2007, Francesc Torres Monsó se inspiró en el tratado talmúdico de Nidá para crear su obra El Talmud, el orden de las cosas puras. En el año 975, la palabra dibujada de Ende, la monja pintora, la proyectaba hacia la historia desde el Beato, que iluminó con 115 maravillosas miniaturas. Son muchas las palabras divinas que llenan el espíritu de Girona...